“En higiene y seguridad no nos dan los suficientes equipos de protección, al solicitar nuevos equipos se deduce de nuestro salario. En los baños no hay papel higiénico. El acoso sexual y laboral es invisibilizado. En la empresa, no contamos con sindicatos, sólo hay unas personas que se hacen llamar embajadores, los cuales los pone el mismo empleador.”
Esta es parte de la historia de Helen (24 años). Trabaja en una empresa textil en una zona franca de América Central. Su empresa produce ropa para marcas que se venden en todo el mundo, incluida, por supuesto, Europa. Sin embargo, las máquinas de coser industriales las venden empresas europeas, chinas y norteamericanas. Este es un ejemplo de nuestra economía globalizada, que obviamente necesita leyes adecuadas que aborden las cadenas de valor internacionales.”