La JOCI reclama la valoración del trabajo doméstico y de los y las trabajadores/as de ese sector

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“Hola. Mi nombre es Ana, actualmente me encuentro en Lima con 25 años, natural de Apurímac. Empecé a trabajar en la temprana edad de 8 años en casa de una familia de un abogado, en la cual me permitieron estudiar, pero con deberes que cumplir en la casa. A los 14 años empecé a trabajar en casa a tiempo completo para una señora de 84 y su hijo en la cual tenía deberes de lavar la ropa, cocinar, limpiar la casa, realizar las compras, ayudar a la señora en algunas cosas durante dos años. Esta familia me permitió continuar con mis estudios en el turno de noche pero al mismo tiempo siempre me decía: “no sirves para nada” cuando me quise salir de esta casa me amenazaron “si te vas te denuncio a la policía”, por un tiempo me asustaron y me quede un tiempo más por miedo, algunas veces que cometía errores o les contestaba me jalaban del cabello de hombro o simplemente me empujaban, me pagaban 80 soles mensuales y con tiempo me aumentaron y conseguí ganar hasta 200.00 soles. No me daban el C.T.S, gratificaciones, vacaciones, algunos domingos no me dejaban salir.”

Mi nombre es Marilyn, tengo 27 años y soy trabajadora de hogar en Arabia Saudita. Trabajo aquí para escapar del desempleo, de los bajos salarios y de las posibilidades reducidas en mi país. Inclusive si había entendido tantas historias sórdidas sobre filipinos trabajando como trabajadores/as de hogar en el Medio Oriente, debía tomar el riesgo porque tenía la impresión de que no tenía otra posibilidad. De acuerdo con mi contrato, se supone que debía trabajar como empleada de hogar, limpiar la casa, pero para mi gran sorpresa, cuando llegué, tuve que trabajar como niñera y al mismo tiempo hacer la limpieza para dos familias ligadas a mi empleador original. Un día estaba enferma y no lograba levantarme. Pero mis empleadores, sin embargo me obligaron a trabajar. Ni siquiera se tomaron la molestia de llevarme al hospital para una visita médica. Mis empleadores me gritaban siempre, me decían que era inútil. En vista de mi situación. No me daban mi salario. Me sentía prisionera donde ellos. Quería regresar a mi casa pero no podía. Solicité a mi agencia que me ayudará a salir de allá, pero la agencia jamás me respondió. Obtuve la asistencia de una institución que ayuda a los/as trabajadores/as de hogar en Arabia Saudita y que me ayudó a encontrar otro empleador para el que trabajo actualmente ̈

He aquí, dos experiencias concretas que ilustran la situación de muchos de estos trabajadores. De acuerdo con la OIT, hay por lo menos 67 millones de trabajadores de hogar en el mundo (sin contar los niños que trabajan como trabajadores de hogar) y ese número no cesa de aumentar (1) . Son contratados entre otros como limpiadores, cocineros, niñeras, personal de cuidados para limpiar, cocinar, cuidar de los niños o de las personas mayores, o inclusive como jardinero. Se trata evidentemente de tareas muy importantes y necesarias para la sobrevivencia de los humanos. Son tareas ligadas a los cuidados. En este periodo de pandemia, vemos hasta qué punto estos cuidados son fundamentales.

Sin embargo, esta importancia no se refleja en el valor acordado al trabajo doméstico. Al contrario, él no es a veces inclusive reconocido como ̈trabajo ̈ sino que es  como una tarea fácil, complementaria, que no exige ninguna calificación. En muchos casos, las condiciones de trabajo atentan a la dignidad de estos trabajadores y trabajadoras. Vemos que los salarios son muy bajos y los horarios de trabajo excesivamente largos. Como lo han mencionado Ana y Jonalyn, en muchos casos, el día de descanso semanal no es garantizado, sobre todo si el trabajador o la trabajadora de hogar vive donde su empleador. Muchas trabajadoras de hogar son abusadas sexualmente por sus empleadores.

Las trabajadoras y trabajadores de hogar representan una parte importante de la mano de obra mundial del sector informal (2) y a menudo, no se benefician de una seguridad social y son excluidos de los controles en materia de protección de los trabajadores/as. En el caso de los contratos formales y de acuerdos claros concernientes al empleo, las familias privadas para las que trabajan son una esfera que está al abrigo de las miradas y por lo tanto, los medios para hacer aplicar las legislaciones de trabajo en vigor faltan. Como muchos otros sectores hoy, el trabajo doméstico está organizado por ̈agencias ̈ en internet en ciertos países, y los empleadores pueden pedir la ̈ayuda ̈ en línea. El contrato del trabajador o de la trabajadora de hogar con la plataforma puede ser temporal. El trabajo puede también ser un trabajo independiente y en consecuencia, el trabajador debe cubrir él mismo todos los gastos de la seguridad social y todos los riesgos.

Aunque los trabajos de jardinería, mayordomearía o conducción son a menudo realizados por hombres, más de 80 por ciento de los trabajadores y trabajadoras de hogar son mujeres. El trabajo doméstico es muchas veces efectuado por trabajadores/as migrantes, lo que aumenta más su vulnerabilidad, en particular si su permiso de residencia depende del empleador. En ciertos casos, los empleadores confiscan los papeles de los/as trabajadores/as de hogar migrantes, instaurando una «relación de trabajo» que no es nada menos que de la esclavitud.

Está claro que la explotación de los/as trabajadores/as de hogar está muchas veces ligada a la discriminación basada en el género y la pertenencia étnica. También puede estar ligada a la discriminación basada en la edad, causando serios riesgos para los jóvenes trabajadores y trabajadoras de hogar. Cuando se trata de trabajo doméstico de niños, ciertos empleadores ejercen un control total, colocando en peligro la salud, la seguridad y la educación de los niños trabajadores. Esta situación no es tolerable. La importancia y la dureza del trabajo doméstico deben ser reconocidas a su justo valor.

Esto debe traducirse en condiciones de trabajo que respeten la dignidad. La Seguridad y la salud de los jóvenes trabajadores y trabajadoras de hogar deben ser garantizadas. Los trabajadores y trabajadoras de hogar tienen derecho a:

  • un salario que respete su dura labor;
  • la libertad de organizarse
  • una limitación estricta de sus horas de trabajo;
  • una protección real en el trabajo que cubra también esos sectores «invisibles».

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1 https://www.ilo.org/global/docs/WCMS_211145/lang--es/index.htmconsiderado

2. Cf. Ibid.