Participación y empoderamiento de las mujeres

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El pasado 21 de noviembre, tres organizaciones internacionales de sobra conocidas, han convocado un Seminario, con el tema “Participación y empoderamiento de mujeres en el mundo”. El MIJARC (Movimiento Internacional de la Juventud Agraria y Rural Católica), la FIMARC (Federación Internacional de Movimientos de Adultos Rurales Católicos) y la JOCI (Juventud Obrera Cristiana Internacional) con la colaboración de Entraide et Fraternité se han puesto de acuerdo para realizar este seminario, en el que participaron mujeres jóvenes y adultas de países como Paraguay, Nicaragua, Perú, Colombia, Brasil, Haití, Guatemala y República Dominicana.

El seminario, realizado telemáticamente, contó con las aportaciones centrales de tres participantes de Perú, Nicaragua y Paraguay, que expusieron lo que significa ser mujer en sus países y la realidad a la que se enfrentan en todos los aspectos de su vida.

Las tres intervenciones, Yamileth del Socorro Díaz Mejia (JOC Nicaragua), Luz Mery Benavides (Mijarc ALC) y Modesta Arevalos (Fimarc-AlC) abordaron la situación y condiciones de trabajo, ya que las organizaciones participantes se ocupan de este ámbito, en el medio rural y urbano. Han subrayado la desigualdad existente en términos salariales, ya que las mujeres, por lo general, reciben menos por el mismo trabajo. Se trata de transmitir el mensaje de que están menos capacitadas, lo cual es una falsedad. La capacidad para desempeñar una tarea en el mundo laboral no depende de ser hombre o mujer, sino de las oportunidades de formación que tenga cada persona.

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En otro orden de cosas, se señala el mayor impacto de la pandemia, con sus consecuencias económicas y sanitarias sobre las mujeres. Las estadísticas del desempleo muestran que han perdido su puesto de trabajo más mujeres que hombres. Asimismo, muchas pequeñas y microempresas han cerrado, sectores en los que mayoritariamente trabajan las mujeres.

También hay una visión común entre los países participantes sobre la falta de acceso a la educación o del acceso parcial. Las posibilidades de formarse y completar estudios dependen de la existencia de escuelas adecuadas y suficientes en los territorios y en general de las condiciones de vida que permitan a las mujeres mantenerse en el sistema educativo.

En los distintos países hay leyes, algunas más avanzadas y otras menos, que teóricamente garantizan la igualdad, independientemente de sexo, religión y otros aspectos que configuran la diversidad de las personas. En la práctica, no siempre se dan las medidas necesarias, para que se accedan a los mismos derechos o para cubrir necesidades específicas de las mujeres.

Las mujeres afrontan enormes dificultades al tener que hacerse cargo de la crianza de sus hijos e hijas. Muchas son madres solas o solteras, que tienen que combinar largas jornadas de trabajo, con el cuidado de la familia y las tareas en el hogar. En el ámbito personal, todavía hay lugares donde las mujeres tienen que pedir el permiso del marido para estudiar y trabajar.

Se señala lo injusto y desigual que es el hecho de tener que encargarse de las tareas domésticas. No se reconoce, no se remunera, no se equilibra, no se comparte, salvo rarísimas excepciones.

Finalmente, es importante mencionar la cuestión de la violencia, tanto en los hogares como como en los espacios públicos o lugares de ocio.

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En resumen, el sistema patriarcal y machista discrimina, establece y mantiene desigualdades. Al hablar de sistema, nos referimos a comportamientos consolidados en la sociedad, por parte de los hombres y de las propias mujeres, y a nivel de las instituciones políticas, económicas, religiosas, sociales y culturales en general.

Entre los retos, las intervinientes destacan en primer lugar la necesidad reconocerse como seres humanos, iguales en dignidad y derechos, para romper con los mensajes negativos y avanzar en autonomía. Es muy importante la autonomía económica, para conseguir avanzar en todos los demás aspectos. La pandemia ha mostrado de manera muy clara la importancia de los cuidados; hay que reconocer los cuidados en términos de remuneración y reparto de tareas. Otro reto es el reconocimiento de las tareas domésticas, que hay que cuantificar y remunerar.

Es necesario buscar puntos de encuentro y negociación, recuperar círculos de confianza, de sanación y de formación.

Como organizaciones hay que prestar atención a la igualdad y a la reivindicación hacia afuera, pero también a nivel interno hay que avanzar en paridad, con la ocupación de espacios institucionales públicos de las mujeres, además de esforzarse por una presencia equilibrada de mujeres y hombres desde los grupos locales hasta el nivel internacional.

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